Wednesday, November 22, 2006

Secuestrados en la Casa

Por Leydys Asuaje. Tomado del Nacional página B21. 19/11/2006.
(Artículo referido al vía crucis de los habitantes de El Cementerio, Caracas)

" A mi nadie me visita. Se acerca diciembre y ya no tengo vida. Si quiero pasear con los niños un domingo en la tarde, no puedo. Me quiero mudar porque tengo 2 hijos, de 2 y 9 años de edad, y no los quiero encerrar en estas cuatro paredes. Lamentablemente, mi apartamento es cómodo (3 habitaciones, 2 baños) y con el problema del mercado no me pagan lo que vale, entre 180 y 200 millones de bolívares".
Para Daniela (nombre ficticio) el mercado de El Cementerio no sólo es ropa barata. También, son horas de encierro y días de trasnochos. Vive en el edificio Los Doce, en la avenida principal de El Cementerio, hasta donde sólo se llega a pie durante las horas del día. Los buhoneros del mercado han tomado las calles previas a su casa y los mototaxistas se han apoderado de las aceras. Los carros sólo pueden circular en las pocas horas de despeje: entre las 10:00 pm y las 5:30 am.
Su esposo se despierta, incluso los domingos, a las 5:00 am para estacionar el carro en casa de familiares o en su taller mecánico. Este año compraron una moto para llevar y buscar los niños al colegio, pero tampoco funcionó.
"Hay que pasarla apagada porque los buhoneros se molestan y no hay lugar entre tantos puestos".
Daniela suda y habla sin pausa. Explica que, aunque sea un día muy caluroso, no acostumbra abrir las ventanas de su casa en el segundo piso del edificio. De día, para que no entren objetos y de noche, para que no entre la feria de música proveniente de miles de toldos. "El martes, los camiones de las flores; los miércoles, autobuses del interior; los viernes, sábados y domingos, camionetas de toda Caracas. No hay una noche en la que podamos dormir corrido".
Tampoco hay servicio de comida delivery, ni taxis, ni transporte escolar, ni siquiera ambulancias. "No nos negamos a que trabajen pero deben entender que así como están no habría forma de atender una tragedia. Mi hijo se enfermó y tuve que ir hasta Prado de María para que la ambulancia lo trasladara desde allí. Los vecinos de Los Doce están dispuestos a vender el edificio a comerciantes de la zona.